martes, 23 de febrero de 2010

LOS SIETE VELOS


Apasionada, seductora y bella
cimbreando su cuerpo los velos agita.
Cadera insinuante… Cintura que ondula
danzando en un mundo de sutil color.

Se quita el azul con singular destreza,
sus manos cual aves danzan y me llaman.
Ya cubre su rostro con el tul naranja
incita profundo y el velo... que vuela.

Cubre su cintura el verde esperanza,
danza y en la danza se eleva y se agita.
Se inclina un instante y en breve reposo
el velo se quita con singular sonrisa.

Oigo el tintineo que su cadera marca,
rojo, rojo puro. El velo me excita
me atrapa me sube, se detiene y sigue
y el rojo que vuela cual pájaro en celo.

Apasionada, seductora y bella
ola que va y viene de abajo hacia arriba,
como un sol radiante el amarillo brilla.
Y lo hace volar… Total maravilla.

Oscuro tul cubre caderas divinas
resaltan sus pies, ágiles y diestros.
Más solo veo el velo, negro cual la noche,
rasgarlo quisiera, oculta delicias.

Mira desde el fondo de sus ojos verdes,
presiente el deseo más no lo desliza,
mis ojos le ruegan y cual pitonisa
lo quita muy lento... Ignora mi prisa.

Oro y tintineo, contoneo sublime
se aquieta la danza, más el pecho vibra…
Solo queda el blanco, velo que redime,
sigo con mi sed y un ansia bendita.

¡Quiero que lo quites! Le gritan mis ojos,
más ella se cubre con su blanco el rostro
y vuelve a ondular, se encoje, se eleva…
Odalisca pura de pies a cabeza.

Apasionada, seductora y bella
su cuerpo me invita, el blanco volando,
la danza termina… Cadera insinuando,
el blanco en mis manos y ella, descansando.

martes, 9 de febrero de 2010

UN PASEO POR EL PARQUE

El parque está vacío. Solo veo al barrendero acumulando hojas bolsas y botellas en pequeños montones, para luego recogerlos prolijamente en el contenedor que empuja con paso lento.
Todos tenemos nuestras energías menguadas por el intenso calor.
Nos saludamos casi tímidamente, pues en estos días la gente que se cruza está tan apurada que ni se mira. No fue nuestro caso.
Los árboles de la plaza albergan aves que se arrullan, se llaman, se contestan y buscan la frescura del follaje. No los veo pues las copas son abigarradas.
Las hojas brillan después de la tormenta.
Hay palomas picoteando o bebiendo en algún charco de agua que dejó la lluvia.
El sonido de las chicharras, cual sierra de carpintero, anuncia aún más calor. Curioso insecto la cigarra.
Como me pasa siempre y creo que ha casi todos, no la puedo divisar. Dicen que son bellos y coloridos, se esconden entre los troncos y ramas.
Yo sigo llamándolos chicharras como cuando mi padre me explicaba que ese ruido lo hacían con unas bolsas que tienen a los costados del abdomen. Ahora sé que es un llamado de los machos a las hembras. Entonces me pregunto:
¿ Porqué no les llaman chicharros o cigarros?
Chanzas que hago mentalmente en la soledad de esta mañana de domingo.
Con mi bolsa de ricas medias lunas me siento en un banco a la sombra del árbol más grande. Curioso ejemplar que tiene un gran hongo en su tronco, puedo imaginarme la textura delicada del mismo pero solo lo veo , no llego a tocarlo y creo que si llegara tampoco lo tocaría.
Parece un gran pan dejado allí por alguna mano traviesa. No puedo evitar fotografiarlo, pienso que no es interesante para los demás pero sí para mi.
Todo en la Naturaleza es admirable.
Veo palomas cerca de la acera bebiendo y otras volando entre los árboles o picoteando semillas por los senderos. Inclinan su cabeza suavemente hasta que alguna viene y le pelea lo encontrado.
Todo es serenidad.
Guardo el celular con el que saqué la foto y saco una media luna para comerla al fresco, rodeada de esa paz mañanera de domingo.
Se acercan algunas palomas con hambre o simplemente es que siempre están picoteando y esperando lo que los caminantes les arrojan.
Contemplo los hermosos chalets circundantes con sus jardines florecidos en rojos, lilas, amarillos y verdes iluminados por el sol.
Comienzo a comer, y hete aquí que la más atrevida se posa en el banco esperando su comida, pues sí, le pongo un trocito... se fue con su botín. Claro fueron varios días de lluvia y no hubo muchos niños arrojándoles comida, así que tendrán hambre.
Pienso que perdí la oportunidad de sacarle una foto. Saco nuevamente el celular y lo dejo preparado.
En tanto pongo dos trocitos de media luna sobre la madera del banco. Seguro que volverá...
Ya preparé el enfoque. No tarda en subirse una que no se si es la misma u otra y tomo la foto en el momento justo… y el trozo de media luna vuela. Nunca mejor dicho.
Sigo con mi cometido de comer lo que queda. Vinieron más, también se posan en el banco como diciendo: Nosotras también queremos. Se estiran, me miran, y saco la foto en el momento justo.
Pacientemente les tiro otros pedacitos pero esta vez a mis pies… Ahora estoy rodeada de palomas, todo es gris a mi alrededor.
Me inquietan un poco, sus miradas penetrantes exigen más.
Inmediatamente me rodean, sus alas me rozan, pasan rasando sobre mi cabeza y alrededor llevando en sus picos lo que arrojé.
Vuelven nuevamente, y son más. Es como si todas las palomas del parque estuvieran rodeándome. Son como una nube gris y arrullante, pero con un arrullo imperioso. Se acercan sin el menor respeto, vuelven a exigir, a mirarme fijo, están tan cerca que me desagrada su olor al igual que su color, más aún sus ojos.
Saco la última foto que sale mal, mis manos no están seguras.
Las palomas revolotean, pasan sobre mis pies y picotean mis dedos.. Otras me sigue mirando, no me animo a abrir mucho los ojos. Pienso que en cualquier momento alguna se avalanzará sobre mí. Así que me levanto. Lento, pues estoy rodeada por ellas. Adelanto paso a paso, mientras sus alas rozan mis piernas. Guardo el celular.
Una sobrevuela y roza el paquete con el último trozo de media luna que ni siquiera he disfrutado. Algo que me pareció romántico al principio se convirtió en un mal momento.
Sigo lento, tampoco es cosa de salir corriendo. Pero no dan tregua, me siguen, caminando como si yo tuviera una larga cola móvil detrás de mí.
Si no fuera inquietante sería gracioso, pero apenas giro la cabeza, cuando otras se adelantan, mirando la bolsa. La arrojo al contenedor de basura. Realmente me impresionan con su terquedad, su insistencia y con sus ojos que siguen fijos ya no en la bolsa que arrojé, sino en mí.
Siguen mis pasos, revolotean. La mayoría sigue caminando detras con su arrullo imperioso, balanceando sus cuerpos y ladeando la cabeza para mirarme.
Falta para llegar a la esquina, podría cruzar por la mitad de cuadra pero dudo.
Entonces reparo en el recolector de basura que aparece detrás de mí.
Las ahuyenta con su escobillón. Respiro aliviada. No me di cuenta que estaba conteniendo la respiración. El hombre sigue espantándolas. Derecha, izquierda, arriba, abajo...
Él no lo sabe pero me dio seguridad aunque estoy segura que adivinó mi inquietud por la situación.
Es discreto, solo sonríe y nos saludamos. Balbuceo un gracias y sigo rumbo a casa.
No he podido disfrutar de mis mediaslunas.
Mientras, la cigarra sigue entre el follaje de los árboles llamando a sus posibles parejas.






miércoles, 3 de febrero de 2010

EL TROZO DE TUL

Bella, tan bella estaba…
Flamante esposa con su tul al viento
junto a la fuente la fotografiaban.
Hermosa, mientras su tul ondeaba.

Era el marido que el velo arreglaba.
Desde lejos vi como se besaban.
Mientras la seguía con tierna mirada
el tul la envolvía, él se la llevaba.

Fotos y más fotos con su tul al viento.
Dolor en el pecho, quise acariciarla.
Más dejé cobarde que se fuera un día
decisión errónea que tomé en mi vida.

Un trozo de tul que a mis pies cayó
trajo a mi memoria recuerdos lejanos.
Bella, tan bella estaba… tiempo que pasó.
Un velo muy leve mis ojos cubrió.

  Aquí les dejo la receta  de esta mermelada, algo ácida y dulce, como mi despedida de este y el otro blog.      Es momento de descanso y re...