martes, 30 de marzo de 2010

EL ARÁCNIDO

El insecto avanza con gran dificultad por la alfombra de hiedra que tapiza la pared. Sube esforzadamente. En segundos hago una analogía con mi situación, sólo que a él no lo persigue nadie. Mi pierna herida oscila y subo escorado tratando de apoyarme en los troncos más fuertes. El dolor es quemante, apenas mitigado por el instinto de conservación. Si me esfuerzo como el diminuto insecto podré llegar hasta lo alto del paredón. No oigo otra cosa más que los pasos que cruzan la esquina, reclamando su botín. La intención de mi atracador, es la de rematarme para que no haya descripción alguna sobre su persona.
Me aferro a la hiedra con todas mis fuerzas, falta casi un metro, para llegar arriba. El insecto que antes había tenido frente a mis ojos está detenido a la altura de mi cintura. Un poco más y llegaré a lo alto del muro. En un doloroso movimiento arrastro varios centímetros la pierna y la engancho en la rama superior, estoy más seguro, allí hay un apoyo en los ladrillos de la pared. Subo el otro pie y lo hinco desesperadamente. La hiedra se estremece y vibra; otra décima de segundo para pensar en esa planta que es mi salvación. La noche se transformó en una trampa oscura.
Mientras, veo la desorientación de mi perseguidor. En una mano su navaja emite destellos en un lenguaje de luces con las sombras de la noche. En la otra, mi portafolio con toda la documentación y los cheques que no había firmado en la oficina. Vuelvo a refugiar mi cara en la oscuridad de la hiedra; su perfume a tierra y su textura estimulan mis reflejos, escalo un poco más. Pienso en mi mujer, en mi madre, en el perro, en el jefe, en el tonto rechazo a su invitación de llevarme en su coche. En mi romántico querer caminar en esa noche apacible y serena. Todo eso acompaña mi doloroso escalar. Llego al borde del muro. Ya agarrado a él miro hacia abajo preocupado. La sangre de mi pierna marcó el camino justo hacia un pequeño hueco en la pared que antes no vi.
Mi perseguidor sí. Se desliza dificultosamente por él. Seguramente piensa que yo me escurrí por allí. Me acurruco entre la hiedra, inmóvil, en un mimetismo desesperado, con los ojos fuertemente cerrados y la cabeza entre las hojas.
El silencio es profundo. Oigo solo las ramas de los árboles que se mueven sobre mí. No hay más pensamientos, sólo ruegos incoherentes: Dios sálvame, Dios sálvame.....
Pasan segundos, minutos... Cuando decido abrir los ojos y casi respirar, no veo nada a mi alrededor. A un lado y al otro de la alfombrada pared, no se ve a nadie. Aunque sí, cerca de mi cabeza, agazapado, quieto, como pendiente de mis movimientos y a la expectativa del lado que escogería para descender, está el pequeño insecto escalador.
Deslizo mi mano hacia el teléfono móvil que llevo en la cintura. Mientras hago la llamada salvadora siento en la otra mano un dolor punzante, que quema.
Creo que estoy a punto de desmayarme. Ahora veo de quien escapaba mi compañero de infortunio. Tuve la impresión de que el pequeño insecto que había subido conmigo, y que ahora estaba debajo del oscuro y peludo arácnido que me había picado, se despedía con una aterrada mirada de sus redondos ojos. Nuestro destino era el mismo…
Los doss.. fuimos aatrapados ami.i.go… balbuceé .. antes de perdeer ... elll …ccc…

sábado, 20 de marzo de 2010

HOY ENRIQUEZCO MI BLOG

CON ESTA POESÍA QUE ME CEDÍÓ GENTILMENTE

ALMA MATEOS TABORDA:


SUEÑOS DE PAPEL
Y pensar que creía ingenuamente,
que serías presa de mi vida enamorada
y hasta la luna se ha roto en mil pedazos
gritando el error por sus cimas escarpadas.
Te convertiste en el reverso de la dicha
y tu inmadurez es una indescriptible sombra,
que multiplica los fantasmas en las noches,
cuando mis labios sin querer te nombran.
El humo del silencio se despliega
abrazando el gris de las cenizas del recuerdo
y en la insensatez de sus formas se convierte,
en la rigurosa tempestad que vence al tiempo.
Pero qué puede importar ya
un sueño de papel que se haya roto;
el amor que se rompe ha sido frágil
y es mejor no contarlo entre los propios.
El amor verdadero se vuelve equilibrista
sobre la cuerda horizontal de las historias:
pinta sueños de mágicos colores
y un calendario personal en la memoria.
El amor crea jardines con pérgolas hermosas
y desenreda en el aire las tristezas;
el amor de verdad nunca deshoja
las ilusiones que a cada instante crea.
El amor es valiente guardián de sentimientos
y sobretodo de palabra y compromiso;
no miente, no hace trampas…, es sincero
y hace de la unión un paraíso.
El amor nunca sabe de pájaros heridos;
se despliega en la luz de la mirada,
no sabe de traiciones ni de olvidos
ni cambia de hoy para mañana.
Por eso, qué puede importar ya
un sueño de papel que se deshace,
los sueños que se rompen no merecen,
ni siquiera un instante recordarse.
Un sueño de papel muere en silencio
escondiéndose de pronto entre las sombras,
sin probar el dulzor de tantos besos
cuando mis labios te buscan…, y te nombran.
© 2010 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)
Gracias por permitirme publicarla.

  Aquí les dejo la receta  de esta mermelada, algo ácida y dulce, como mi despedida de este y el otro blog.      Es momento de descanso y re...