Le Passage -Kay Sage - 1956
Amistades,
familia, naturaleza, pintura, música, silencio, decoración, escritura, juego,
ocupación, silencio, viajes, comidas, silencio.
Todo
es un arte que hay que emprender para desarrollarse, descubrir, brindar, y
tener momentos de crecimiento cuando estamos a solas.
No
creo en la compulsión excesiva hacia una actividad, creo que siempre se impone
una pausa, un silencio, para asimilar la oportunidad de aprendizaje que brinda
cada cosa que hacemos.
El
relato repetitivo de cosas que realizamos o anécdotas vividas no asevera que
dicha realización o recuerdo sean totalmente ciertos, pues el relato siempre
tendrá pequeños cambios que imaginamos y que nuestra fantasía agrega tanto para
enriquecerlo como para borrar algo que no nos gustó en su momento. Tal es el
caso de un cuento relatado a un niño que espontáneamente dirá “Eso no es así”
Amistades
y familia son referentes ideales para reconocer en cada uno cualidades o
defectos propios que se pueden limar o eliminar siempre que tengamos la
suficiente modestia como para hacerlo.
Un gran esfuerzo para nuestro ego, nuestra vanidad y cierta autosuficiencia
propia de todo Ser Humano. Una gran oportunidad para disfrutar de la vida en
compañía de los otros.
La
Naturaleza con sus cambios continuos, nacimiento y muerte nos da lecciones
aplicables a la vida misma. Tanto el mundo vegetal como el animal muestran
costumbres, intolerancias, adaptaciones, intercambios, amor, y ejemplos a los
que generalmente no vemos como propios, pero que son inherentes a todos.
La
pintura al igual que la música nos brinda la posibilidad de expresión ya sea
que sepamos pintar, interpretar o no,
admirando o rechazando obras que nos llegan más que otras al contemplarlas o
escucharlas. Somos sensibles a ellas no porque las comprendamos sino porque llegan
a la emoción, al corazón. Es una comunicación universal con el otro, con la
época en que fue realizada, con el contexto en la que se concibió o simplemente
porque expresamos: Me gusta.
Y
cuando llega el silencio, es difícil llenarlo, pero también puede ser
enriquecedor pues promueve cambios al que pueda percibir lo que el silencio
dice.
Decoración,
escritura, juego, pienso que sus contenidos son los mismos, somos libres de
crear aunque haya reglas que respetar y límites
que a veces cruzamos con la imaginación y por imposición de la propia creación que a
veces no tiene límite.
Ocupación, placentera o no tanto pero imprescindible, es
parte de la disciplina que impone el diario vivir y la subsistencia. Hace a la
realización de la persona pues ocupa el tiempo, y a veces mucha parte del
tiempo, en aras de obtener lo necesario y lo innecesario y sobre todo de
desarrollar saberes, especialidades, habilidades y cualidades para bien propio
y/o de los demás.
Y
cuando llega el silencio, se evalúa lo realizado, se mejoran las tácticas y
recursos para dicha ocupación pues promueve cambios al que pueda percibir lo
que el silencio dice.
Viajes,
comidas, paseos por el exterior y el interior de uno mismo, para poder
reconocernos y reconocer a los que nos precedieron por sus costumbres, lengua,
escritura, ritmos, vestido, sabores, olores, colores, arquitectura, y para repensar en cuanto a que no somos
diferentes, sino que las circunstancias, el medio y los distintos momentos de la historia
marcan rumbos que no son los nuestros pero que son todos respetables. Viajes y
comida sirven también para valorar la adaptación a los diferentes lugares en
los que tuvieron que desarrollar sus vidas los pobladores de cada lugar. Creo
firmemente que los viajes deben servir para eso y para acrecentar nuestro poder
de adaptación al medio y al crecimiento personal.
Y
cuando llega el silencio, se disfruta lo visto y la comida, se repasan las
imágenes y se recuerdan las personas que conocimos seguros de que esa
experiencia seguramente promovió cambios, al que pueda percibir lo que el
silencio dice.