Rosas a la espera, nobles. Aún sin agua siguen abriéndose al
sol, a la luz, esperando que alguien se asome a esa puerta añeja y despintada
aunque no exenta de belleza.
También la canasta espera. Canasta que ha
contenido frutas, verduras, carnes, pescado, regalos y hasta un gato recién
nacido traído de contrabando en algún autobús.
A pesar de que la puerta está cerrada conserva
la dulzura de viejos colores que la alegraron en su momento.
La mano que dejó allí esa canasta florida, puso mucho amor, está a la espera.
Todo perdura a través del tiempo y lo que fue bueno, sigue
siendo bueno.