martes, 24 de noviembre de 2020

EL REY NKONGOLO

 

NKONGOLO

 

El cielo se calmó. El sol asomado en alguna parte daba forma a un amplio Arco Iris. Era espectacular. Tanto en su largo como en su ancho desplegaba sus vistosos colores sobre las Cataratas de Tissitat.

 Las abundantes lluvias aumentaron el caudal ocre del Nilo Azul, formando saltos espectaculares que la pequeña Minia miraba fascinada desde lo alto.

             Estirada cuan larga era sobre la exuberante vegetación, Minia se dejaba invadir por el descomunal ruido, sumergiéndose  en  el placer del espectáculo total, con todos sus sentidos. Percibía los olores de las distintas especies de árboles y arbustos y también del agua cargada de sedimentos y minerales. Y aún así le hubiera gustado sumergirse hasta lo más profundo. “Sabía” que alguna vez estuvo allí y sentía deseos de volver al seno de esas aguas turbulentas.

             Llevaba el pelo brillante y negro en diminutas trenzas estiradas hacia atrás, su frente amplia formaba un óvalo perfecto hasta el mentón.  Ojos nariz  y boca, profundamente negros, eran  exuberantes como la propia vegetación.

             Observaba hipnotizada hacia la profundidad: el Tisoha  (ó “humo de agua” como le llamaban los lugareños) lo invadía todo.

             Esperaba  el gran momento, ella sabía que el misterio estaba en las aguas. ¿O tal vez en el Arco Iris? Sus ojos fijos, muy abiertos, desafiaban la luz del sol sin cerrarse.

             Un trueno poderoso interrumpió su estatismo, el Arco Iris estalló en más colores, algo se enroscó en él que se estiró y se estiró en una larga cola sumergiéndose en las aguas; era Chinawezi que resurgía. Su potencia elevaba chorros que formaban infinitos Arco Iris. Minia quería agarrarlos  y estiraba al máximo sus brazos  renegridos que brillaban más que nunca con el vapor reinante

            Chinawezi reparando en ella comenzó a moverse en desordenado espiral, su potencia serpentina dejó libre al Arco iris y con la misma fuerza elevó su cabeza al cielo desafiando al sol sin parpadear. Minia estiraba aún más su negro cuerpo. Sentía como Chinawezi la envolvía con húmeda suavidad y la estrujaba con sabiduría y decisión.

Siete anillos la aprisionaban con firme levedad, siete divisiones de la creación que iban dejando sus huellas sobre el cuerpo de Minia que se estiraba y se estiraba con la misma serpentina forma de Chinawezi.

 Los ojos de Minia siguieron mirando fijamente al Sol; luego su cabeza se introdujo en el cielo, su ofidio cuerpo sinuoso mostraba sobre las escamas el dibujo de siete  anillos negros y brillantes  en perfecta simetría. Su larga cola se sumergió en las aguas estrepitosamente. Ella misma era la gestora de múltiples Arco Iris. Sacudió con su energía ancestral la aguas subterráneas y hubo un remolino de mutuo reconocimiento.

             Luego todo se calmó. La naturaleza recobró su ritmo. Las Cataratas del Tissitat volvieron a saltar y caer con la estrepitosa cadencia de siempre.

            El ciclo se había cumplido y  Minia volvía a sus orígenes.

            Chinawezi  poco a poco fue regresando a su raíz de serpiente cósmica,  a fundirse nuevamente en los colores del Gran Arco.

             Entonces volvió a ser el rey: Nkongolo, el Rey Arco Iris.


ROSA MARÍA FAVALE MACÍAS

martes, 10 de noviembre de 2020

EL DÍA DE LA ABUELA

 

     11 de Noviembre: Día de la Abuela en Argentina. Vino mi hijo a comer.  Aunque no por eso, vino simplemante a compartir el Domingo.

     Mi hija trabaja los Domingos, y mi nieta aprovechó para ir al parque a encontrarse con una amiga. Llevó  su termo y un mate con la correspondiente bombilla para cada una según las reglas del protocolo, con barbijo y distancia reglamentaria.  Por supuesto que merece un respiro después de toda la semana en la computadora trabajando a distancia...

      Aprovechando el fresco del patio almorzamos afuera, terminado el primer plato, tuve una sorpresa. Apareció mi nieta con un regalo y se incorporó a la comida cuando serví el pollo al horno con ensalada. Al ser celíaca solo aprovechó el segundo plato y el postre que eran peras al vino. Fui muy feliz!


      
El libro que me regaló es hermoso y más aún por inesperado. Creo que tengo para entretenerme con él un año y más.

 



     Se los recomiendo, en esta y en cualquier circunstancia sirve para cualquier sexo y edad.




     El libro pone: “Johanna Basford es una ilustradora a la que le apasiona el arte del dibujo a tinta. Crea ilustraciones sumamente detalladas inspiradas en la flora y fauna que rodean su casa, en el corazón de la campiña escocesa”

     En algún momento les contaré como va... 

     

  Aquí les dejo la receta  de esta mermelada, algo ácida y dulce, como mi despedida de este y el otro blog.      Es momento de descanso y re...