El dolor es el mismo, no sabe de tiempos. De
todos modos el tiempo es un invento que no hace ni menor ni mayor el dolor.
Cuando todo pasa lentamente lo hace insoportable. Cuando pasa en un instante lo
hace insoportable.
El dolor es el mismo, punzante, en el estómago, en el corazón, en las
entrañas. No hay términos medios, en ese tiempo que puede ser lento o rápido el
dolor lacera y hiere sin compasión.
Es un tiempo
sin medida en que el que se va sufre porque deja, porque sabe, porque lo decide
o porque no lo decide, porque piensa en un instante que deja, que se va y todos
quedan.
El dolor es el
supremo purificador y el compañero final del camino, es el que inexplicablemente también deja una paz
infinita.
Pero el otro dolor, el del que queda
sintiendo esa gran soledad, ese abandono del que se fue, del que se fue rápido o que se fue lento, ese
dolor: No sabe de tiempos.
Duele la espera, duele el arrebato súbito,
todo duele y el tiempo entonces no es nada, solo está el dolor que se siente en
el estómago, en el corazón, en las entrañas. No hay términos medios porque ese dolor lacera, hiere
sin compasión y sin tiempo.
Dedicado a María
Teresa y Elba que sienten ese dolor…