Es una pintura de E. Munch
Era más amplia que las pocas que se veían por el lugar. Destacaba inquietante por su techo negro y la tupida enredadera roja adherida a sus paredes. Desde lejos parecía como si chorreara sangre. Caía la tarde y el sol poniente acentuaba esa impresión.El camino llegaba hasta el lateral donde había una ventana desvencijada bastante amplia y dos más pequeñas hacia el final. El sendero torcía a la derecha haciéndose más angosto y desparejo, luego giraba hacia la izquierda donde estaba la puerta de entrada. A dos o tres metros un alto muro cortaba el sendero. La casa quedaba aislada así por el lateral contrario.Yo iba a lo que iba: investigar, así que subí los tres escalones que conducían a la puerta desvencijada. A pesar de mi decisión por averiguar qué había dentro, me costó traspasar el umbral. Pisé algo blando: era la hiedra que se extendía como una alfombra. Entraba algo de luz por las ranuras de las ventanas iluminando levemente el amplio salón. Solo había a un lado de la chimenea, una pequeña mesa y un sillón. Cuando acostumbré la vista a la oscuridad observé asombrado que la enredadera los cubría. Entre las ramas unos ojos me miraban como queriendo expresar algo. Al apartar las hojas quedé clavado en el. sitio. Era una persona muerta.Reaccionando apenas me dirigí hacia el pasillo. En el final del largo corredor había más luz. Venciendo el horror caminé hacia la claridad. Antes de llegar había un cuarto a la izquierda y otro a la derecha. No resistí la tentación de empujar la puerta entreabierta de este lado. La vieja madera crujió tambaleándose. La sostuve acomodándola. Al igual que en el salón, pero aún más tupido, el piso estaba cubierto por la enredadera roja que también subía por la cama. Las ramas aprisionaban lo que parecía ser el cuerpo de un niño. Sentí ganas de vomitar. Espantado y pisando esa maraña de hojas salí del cuarto sin querer ver más.La curiosidad nos lleva a situaciones en las que no se piensa, esa era la causa de estar allí, pura curiosidad. Por eso, a pesar de la repulsión, el impulso de mirar hacia el cuarto de la izquierda fue mayor.Deshaciéndome de las ramas que se enganchaban en mis pies me asomé a lo que era una biblioteca repleta de libros descoloridos y cubiertos de polvo. Los dos primeros estantes, al igual que las patas del escritorio, estaban como teñidos de rojo; era la hiedra adherida a ellos. Fue cuando reparé en lo que parecía un hombre dándome la espalda. Estaba como momificado, con manos, brazos y piernas aprisionados a la silla por la extraña enredadera. Me apoyé en el marco de la puerta horrorizado. Ahora sentía un olor nauseabundo emanando de todos los rincones. Un espasmo me recorrió. Vomité Las hojas rojas absorbieron el repugnante contenido de mi estómago.Apoyado en el marco de la puerta recordé lo que decían sobre la casa misteriosa. Contaban que se oían desgarradores gritos, a lo que la policía respondía que solo era una casa abandonada. Nadie dijo que hubiera muertos allí.Tambaleante me dirigí hacia el final del corredor. La enredadera era cada vez más densa. Tenía que esforzarme por dar cada paso. Mientras, pensaba que informaría a las autoridades para que dieran sepultura a esas desgraciadas personas. Lamenté no haber traído la cámara de fotos. Yo era el único que se había atrevido a desvelar el misterio de esa casa. Pronto sería famoso y mi nombre saldría en todos los periódicos.Al final estaba el baño. La luz entraba por la ventana rota, y también la enredadera que cubría parte del lavabo y los grifos. Las hojas eran de un rojo más intenso, casi cautivante. Era un granate acentuado al que la luz del atardecer daba extraño brillo . Pensé en darme vuelta para salir de allí lo más pronto posible, pero me quedé inmóvil delante del espejo cubierto de polvo. Pasé la mano por él. Veía apenas mi rostro pálido y desencajado, con los ojos extraviados. El horror de lo visto estaba grabado en ellos.Aparté las ramas del grifo para limpiar mi boca que tenía un regusto repugnante. No salía agua. Me dolían los pies y tenía calambres en las piernas. Limpié de nuevo el espejo que devolvió más nítida mi imagen. No era conciente de que una fuerza extraña me atraía hacia el piso. Caí sobre el colchón de hojas enmarañadas. Fue cuando vi que la hiedra aprisionaba mis tobillos y subía hacia las rodillas. Intenté incorporarme para deshacerme de ella, pero las ramas ya llegaban a mi cintura No pude liberar las manos, cuantos más esfuerzos hacía más se enroscaban sus peludos tallos en mi brazos. Casi podía sentir mis ojos saliéndose de las órbitas. La respiración agitada ya no podía salir libremente. Tenía el pecho aprisionado. Desesperado estallé en un grito desgarrador que resonó en múltiples ecos en toda la casa. Mi boca se abría más y más queriendo respirar a medida que el dolor de las extremidades se hacía insoportable. Grité nuevamente. Solo emití un leve chillido .Las ramas habían llegado a mi garganta.
La literatura es imaginarse o querer averiguar lo que está al otro lado: más allá del umbral de la habitación, detrás de la puerta entornada que nuestra mano empujará o de la puerta cerrada con una llave que tal vez nos estará prohibido buscar; al otro lado de un río, detrás de una silueta azul de montañas...
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10 comentarios:
Hola Rosa María!
Guau!, que bien escribís!!!
Me gustó mucho tu relato, sobre todo el final!
Gracias por pasar por mi blog!!!
Estaré visitándote seguido!!!
Un saludo desde la Patagonia Argentina!!
Me ovidaba....
Tenemos el mismo gusto por la plantilla de Blogger, jaja!!
Es bonita, no??
Un beso!
Gracias por tu visita.
Creo que visitar tu página va a ser muy agradable y entretenido con relatos como el de hoy.
Un saludo
Muy impresionante; ¡te felicito!
Abrazos.
Hola Rosa María, como estás?
Gracias por dejar un mensaje en mi blog.
Me detuve aquí, para leer "La Casa Misteriosa" es un relato atrapante, me hizo recordar al cuento de "El Piso de Cristal" de King y "Casa Tomada" de Cortázar, sinceramente escribís muy bien y por lo cual te felicito, ya que lo leí hasta el final y me quedé con una sensación agobiante.
Saludos para vos Rosa María, y te pido autorización, para incluir tu blog, en mi links de blogs literarios.
Gracias.
IVANA CARINA:Ya te contesté por tu blog y aún así te agradezco por aquí tu mensaje. Qué bueno que te haya gustado.
LEODEGUNDIA:lo mismo , gracias por tus comentarios.
LA BLOGUERÍA: Qué suerte que te haya impresionado esa era la idea que me sugirió mirando el cuadro de Munch.
JERUS ALEJANDRO GODOY: Honor que me hacés. Lo importante es haber transmitido sensaciones intensas como las del cuadro.
Claro que te permito ponerme en tus links. Repito es un honor que les guste mi blog, así vuelven que yo siempre ando por los de ustedes.
Abrazos a todos.
Hoy he leído este relato, atrapa!!! y te deja con una sensación de agobio enorme, como si una misma quiere salir de ahí dentro y no puede porque al mismo tiempo necesita continuar leyendo. Me encanta cómo escribes.
Hola xesca... otra vez: Gracias. Un abrazo
que inteligente eres si algun dia quieres conversr te dejo mi msn es alvarima2004@hotmail.com cuidate un saludote
Gracias Marco, no se si soy tan inteligente, es mi fantasía lo que desborda a veces. De diferentes maneras estamos en lo creativo. Buscá en "pinturas" a ver si te gustan mis idem... Ya agendé tu email, en algún momento te escribiré. Un abrazote
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