miércoles, 3 de octubre de 2012

RECONCILIARSE CON LA VIDA - Texto de: CARMELO RIOS


Los lamas tibetanos enseñan una técnica a los moribundos que desean una prórroga de vida. Cuando un santo lama ve acercarse el instante de su último aliento y necesita prolongar por algún tiempo su energía, con objeto de finalizar alguna misión o impartir una enseñanza a sus discípulos, realiza un acuerdo con la energía de la vida, la fuerza creativa e infinitamente compasiva del Cosmos.

Para ello, libera animales que van a ser sacrificados, o realiza otros actos de compasión hacia la Madre Naturaleza, cómo esparcir semillas por los campos, salvar la vida a los árboles, a las plantas, y hasta del mas minúsculo ser. Y ésta vibración poderosamente expansiva y creadora de la Madre Vida, le concede el mérito de un tiempo superior al que su prana, su energía vital le permitía, y le otorga un crédito energético suficiente para finalizar su santa labor.

Todo es simbiótico, sinérgico, holográfico y homeopático en el Universo. Lo similar atrae a lo similar. Lo similar cura a los similar. Lo similar redime a lo similar. Como en el océano, todo vuelve una y otra vez a la orilla de nuestras vidas para ser sanado, comprendido, perdonado o redimido. Los naturópatas saben que en las tumbas de personas que mueren de determinada enfermedad, nacen con frecuencia y espontáneamente plantas (a veces inhabituales o desconocidas en esa región) que curan o alivian esas mismas enfermedades. Así, en los jardines de los hospitales especializados en enfermedades del corazón, hepáticas o del riñón, crecen plantas medicinales aptas para ese tipo de enfermedades.

La filosofía de la agricultura biodinámica de Rudolf Steiner o el movimiento de conservación de la Naturaleza Chipko, de la medicina vibracional del Dr. Bach y cualquier forma de ecología e incluso de espiritualidad verdadera, se basan en este principio de similitud o de reciprocidad homeopática. Si perdonamos la vida a un inocente cordero, a un lobo, a una simple brizna de yerba, o a cualquier otro inocente ser vivo, nos convertimos en aliados de su familia vital. En la India se dice que hasta la madre tigresa siente amor y protege a su cachorro hasta que este comienza a comportarse como un adulto. Entonces, incluso para su propia madre como la Naturaleza, deviene un enemigo potencial. De igual forma, los maestros espirituales nos recomiendan comportarnos simple como un cachorro de tigre.
En el momento en que nosotros, los humanos, nos convertimos en depredadores, en salvajes destructores, la Energía de la Vida que los sabios griegos llamaban Gaya, también se convierte en nuestro enemigo.
De forma intuitiva, los grandes genios, los grandes creadores de todas las épocas han entrado, aun sin saberlo, en sutil comunicación con esta fuerza creativa del Universo, esa divina shakti del hinduismo.
Los lamas recomiendan a toda persona enferma, a todo aquel que atraviese por una crisis vital o una gran prueba en su vida, que se pongan en inmediata comunicación con esa energía poderosa, y que para ello, utilicen el lenguaje secreto de la Vida: que planten árboles, liberen animales de los mataderos, adopten a un perro o un gato de un centro de protección o que, simplemente, esparzan semillas para alimentar a los pájaros, de flores o de plantas medicinales por la Naturaleza. Todo está sutilmente interconectado, todo fluye a través de una interacción misteriosa, de una música, de una reciprocidad vital. Todos vivimos los unos a través de los otros. Todo existe y ES a través de Todo y el Uno incluye a lo múltiple.

Los pensamientos luminosos de amor, de amistad, de compasión, de perdón, de concordia, atraen a nuestras vidas lo mejor de ese Cosmos manifestado, pues el mundo que nos rodea, el Universo en que existimos, vivimos y somos, es un reflejo de nuestros pensamientos, una creación de nuestra propia consciencia, una proyección del estado de nuestra mente.
Se cuenta que el propio Leonardo de Vinci, cuando lograba vender alguna de sus creaciones, a menudo a precio de pan y lentejas, corría al mercado para comprar pájaros y liberarlos inmediatamente. ¿Sabía tal vez, que la Fuerza de la Vida mira anhelante a todos aquellos que la ayudan, la protegen, aman y la respetan, y que se convierte en su aliado incondicional en situaciones de crisis?.

El Maestro Philippe de Lyón decía que si encontramos un fragmento de pan por la calle, en lugar de apartarlo de nuestro camino, lo cogiéramos y lo pusiéramos con cuidado y cariño donde los pájaros u otro ser hambriento pudieran alimentarse. Y que si salvamos la vida a una criatura inocente, a una araña por ejemplo, toda la familia, toda el alma colectiva de las arañas se convierte en nuestro aliado, en nuestro benefactor, y si algún día nos perdemos en el bosque, una araña, de forma sutil, podrá tal vez mostrarnos el camino de regreso a casa….


Bibliografía:
-Alfred Hael: “El Maestro Philippe”. Ediciones Escuelas de Misterios, Barcelona.
-Carmelo Rios : “Yoga del Agua, Volver al Océano”. Ediciones Alfaomega. Madrid.

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