No llovía, y aun así, él mantenía el
paraguas abierto como si en ese pequeño espacio pudiera retenerla. En la otra
mano las flores para su hija.
La avenida Santa Fe bullía de gente, él era el único que iba en dirección contraria y eso la obligó a detenerse.
Él la
miró con añoranza y ternura. Ella estaba más tranquila que sorprendida, como si
supiera que en algún momento de la vida se encontrarían nuevamente.
Las flores pasaron a manos de ella. Las
aceptó, y así quedaron mirándose debajo del paraguas que quedó abierto
para impedir que la gente los llevara en dirección contraria.
5 comentarios:
O sea, que la hija se quedó sin flores...
SENIOR CITIZEN: Jajaja... es lo que se me ocurrió al mirar esa expresiva foto. Gracias que mis pocas neuronas hilvanaron la breve historia. Besos y gracias por venir.
En realidad, es lo que suele ocurrir cuando se mete el amor por medio: que todo lo demás pierde importancia.
Paraguas que detienen ríos de gente en vez de gotas de agua. Me gusta.
TAWAKI: Muy poética tu frase, tenía que haber puesto algo así en el mini relato. Gracias por venir. Abrazo grandote, debajo de un paraguas porque aquí hace tres días que llueve, hace viento y frío.
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